lunes, 29 de junio de 2015
formato de practica las pinturas en la quimica
Fase 2°
las pinturas en la quimica
Materiales
*Pegamento Blanco
*10 Pro ciento de bórax
* Vaso de plástico
* Agitador
*colorante vegetal de cualquier color
*100 ml de agua
Introducción:
Los polímeros se definen como macromoléculas
compuestas por una o varias unidades químicas (monómeros) que se repiten a lo
largo de toda una cadena.
Un polímero es como si uniésemos con un
hilo muchas monedas perforadas por el centro, al final obtenemos una cadena de
monedas, en donde las monedas serían los monómeros y la cadena con las monedas
sería el polímero.
La parte básica de un polímero son los
monómeros, los monómeros son las unidades químicas que se repiten a lo largo de
toda la cadena de un polímero, por ejemplo el monómero del polietileno es el
etileno, el cual se repite x veces a lo largo de toda la cadena.
Polietileno =
etileno-etileno-etileno-etileno-etileno
Desarrollo:
1° Viertan el bórax, el pegamento y el
colorante en el vaso de precipitados
2° Agreguen agua y agítenla hasta obtener
una mezcla homogénea.
3° Tomen la mezcla con sus manos y jueguen
un poco con ella: aplástenla, estírenla
y vean si rebota.
3° Formen una pelota con la mezcla
4° Con el colorante agréguenlo y pasen
junto con la mezcla
Preguntas
1° ¿Que es elasticidad?
Se define como la capacidad que tiene
determinados cuerpos para deformarse
2° ¿Que son los elastómeros?
Son polímeros amorfos es decir que tiene
una forma determinada minada
3° ¿Que aprendiste en esta práctica?
Como hacer una pelota con color llamativos y a tu manera
4° ¿Que es un nitrógeno?
Es un elemento esencial para la vida puede
tomarse nocivo.
5¿Que es la estructura molecular? Está
formada por largas cadenas de monómeros.
Conclusiones
En esta práctica nos damos cuenta de cómo,
formar una pelota, y nos a da conocer sobre los materiales elásticos.
Fase 2°
¿Cómo se sintetiza un material elástico?
Materiales
*Pegamento Blanco
*10 Pro ciento de bórax
* Vaso de plástico
* Agitador
*colorante vegetal de cualquier color
*100 ml de agua
Introducción:
Los polímeros se definen como macromoléculas
compuestas por una o varias unidades químicas (monómeros) que se repiten a lo
largo de toda una cadena.
Un polímero es como si uniésemos con un
hilo muchas monedas perforadas por el centro, al final obtenemos una cadena de
monedas, en donde las monedas serían los monómeros y la cadena con las monedas
sería el polímero.
La parte básica de un polímero son los
monómeros, los monómeros son las unidades químicas que se repiten a lo largo de
toda la cadena de un polímero, por ejemplo el monómero del polietileno es el
etileno, el cual se repite x veces a lo largo de toda la cadena.
Polietileno =
etileno-etileno-etileno-etileno-etileno
Desarrollo:
1° Viertan el bórax, el pegamento y el
colorante en el vaso de precipitados
2° Agreguen agua y agítenla hasta obtener
una mezcla homogénea.
3° Tomen la mezcla con sus manos y jueguen
un poco con ella: aplástenla, estírenla
y vean si rebota.
3° Formen una pelota con la mezcla
4° Con el colorante agréguenlo y pasen
junto con la mezcla
Preguntas
1° ¿Que es elasticidad?
Se define como la capacidad que tiene
determinados cuerpos para deformarse
2° ¿Que son los elastómeros?
Son polímeros amorfos es decir que tiene
una forma determinada minada
3° ¿Que aprendiste en esta práctica?
Como hacer una pelota con color llamativos y a tu manera
4° ¿Que es un nitrógeno?
Es un elemento esencial para la vida puede
tomarse nocivo.
5¿Que es la estructura molecular? Está
formada por largas cadenas de monómeros.
Conclusiones
En esta práctica nos damos cuenta de cómo,
formar una pelota, y nos a da conocer sobre los materiales elásticos.
domingo, 31 de mayo de 2015
la quimica en la pintura.la historia de la pintura
Pintura prehistórica y antigua
Las pinturas más antiguas que se conocen fueron realizadas
en las paredes de las cuevas que servían de abrigo a la especie humana hace
treinta mil años, durante el periodo paleolítico. Hay muestras del arte
paleolítico en emplazamientos de Europa occidental, del África sahariana y del
sur, y en Australia. En algunas zonas, como el litoral mediterráneo, el
desarrollo de la pintura siguió en el periodo neolítico.
Pinturas rupestres
Las pinturas que se conservan en las cuevas de España y del
sur de Francia representan, con increíble exactitud, bisontes, caballos y
ciervos. Estas representaciones están realizadas en colores de tierra,
compuestos de diferentes minerales pulverizados y mezclados con grasa animal,
clara de huevo, extractos de plantas, cola de pescado, e incluso sangre; se
aplicaban con pinceles hechos de varitas y juncos o se soplaban sobre la pared.
Estas pinturas debieron cumplir un papel en los rituales mágicos, aunque no se
conoce con certeza su naturaleza exacta.
Por ejemplo, en una pintura rupestre de Lascaux, Francia,
aparece un hombre entre los animales junto a varios puntos oscuros; aunque su
exacto significado permanece desconocido, demuestra la presencia de una
conciencia espiritual y la capacidad de expresarla por medio de imágenes,
signos y símbolosPintura egipcia
Hace más de 5.000 años los artistas egipcios empezaron a
pintar los muros de las tumbas de los faraones con representaciones mitológicas
y escenas de las actividades cotidianas, como la caza, la pesca, la agricultura
o la celebración de banquetes. Igual que en la escultura egipcia, prevalecen
dos constantes estilísticas. En primer lugar, las imágenes, más conceptuales
que realistas, presentan los rasgos anatómicos más característicos, combinando
las vistas frontales y de perfil de la misma figura; en segundo lugar, la
escala de las figuras indica la importancia de las mismas, y así el faraón
aparece más alto que su consorte, hijos o cortesanos.
Pintura minoica
Los minoicos decoraron con pinturas realistas, de gran
viveza, las paredes de sus palacios en Creta y también la cerámica. Por
ejemplo, el famoso fresco del salto del toro (1500 antes de Cristo, Museo
Heraklion, Creta) recrea un juego ritual entre personas y un toro. La vida del
mar era un tema frecuente, como en el fresco del delfín (c. 1500 antes de
Cristo), que se encuentra en las paredes del palacio del rey Minos en Knossos,
o en el jarrón del pulpo (c. 1500 antes de Cristo, Heraklion Museum), una
vasija globular sobre cuya superficie ondulan los tentáculos de un pulpo, que
definen y realzan su forma.
Pintura griega
Con excepción de algunos fragmentos, no hay vestigios de los
murales griegos. Sin embargo, las representaciones naturalistas de escenas
mitológicas en la cerámica griega pueden arrojar alguna luz sobre cómo era esa
pintura de gran formato. En la era helenística, las escenas y motivos
representados en los mosaicos son también probablemente el eco de pinturas
monumentales realizadas con otras técnicas que no han llegado hasta nosotros.
Pintura romana
Los romanos decoraban sus villas con suelos de mosaicos y
exquisitos frescos representando rituales, mitos, paisajes, naturalezas muertas
o bodegones, y escenas cotidianas. Los artistas romanos conseguían crear la
ilusión de realidad, utilizando la técnica conocida como perspectiva aérea,
mediante la que se representan de forma más borrosa los colores y contornos de
los objetos más distantes para conseguir efectos espaciales. En las
excavaciones realizadas en las ciudades de Pompeya y Herculano, que quedaron
enterradas por la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, se ha
recuperado una recopilación de pintura romana, tanto civil como religiosa.
Pintura paleocristiana y bizantina
Las muestras de pintura paleocristiana que han llegado hasta
nosotros datan de los siglos III y IV y son los frescos de las catacumbas, en
los que se representan escenas del Nuevo Testamento, cuya característica son
ciertas estilizaciones y convencionalismos artísticos procedentes del mundo clásico.
Por ejemplo, Jesús aparecía como el Buen Pastor, con una figura adoptada de las
representaciones del dios griego Hermes; para simbolizar la resurrección se
representaba la historia de Jonás liberado de la ballena, según el Antiguo
Testamento.
Entre las obras más extraordinarias de este periodo
paleocristiano se encuentran los mosaicos, del siglo VI, de las iglesias de
Rávena, Italia, destacando los de San Vitale en los que están representados
temas tanto espirituales como profanos. Las figuras estilizadas y alargadas que
decoran las paredes de la iglesia, vistas casi de frente, miran al espectador
con los ojos muy abiertos y parecen flotar ingrávidas y atemporales.
Esta presentación poco terrenal pasó a ser característica
del arte bizantino y el estilo quedó vinculado a la corte imperial cristiana de
Constantinopla, que perduró del año 330 al 1453. El estilo bizantino aparece
también en los iconos, pinturas convencionales sobre tabla, destinadas al
culto, que representan a Jesucristo, la Virgen y los santos. En los manuscritos
miniados, tanto de textos laicos —los textos de Virgilio (siglo IV o principios
del V, Biblioteca Vaticana, Roma)—, como de escritos cristianos —el Salterio de
París (siglo X, Biblioteca Nacional, París)—, se aprecian vestigios del estilo
grecorromano.
Pintura prehispánica en América
Las pinturas murales de Teotihuacán y las poblaciones
vecinas de Tetitla y Tepentitla expresan la visión de la creación del universo
según los antiguos mesoamericanos que poblaron esa zona situada en el norte y
el centro de América, entre los siglos II antes de Cristo y VII después de
Cristo La descripción del viaje que emprende el alma a través de lo que en
conceptos cristianos se llamaría cielo e infierno refleja la inquietud respecto
a la trascendencia del ser humano que no se conforma con su existencia
terrenal. Alegorías de lo más preciado como el agua, la sangre, la vida, la
serenidad, están reflejadas en los frescos dedicados a Tláloc, deidad de la
lluvia, y al paraíso que ofrece cada vez que se prodiga.
Además de los códices, o escenas de la vida y la historia
prehispánicas plasmadas en libros pintados, sobresalen las pinturas murales de
Cacaxtla, en Tlaxcala, y de Bonampak, en Yucatán (México). En ellas quedaron
plasmadas vivas escenas bélicas y ceremoniales donde resalta el dramatismo del
dolor y el orgullo del triunfo. El uso de los colores —como el fondo azul
característico maya— y del detalle, en los innumerables giros y atributos de
las vestimentas de los personajes que lucen excelsos penachos, armamentos,
joyería, calzados, máscaras, sientan las bases de un pilar fundamental de la
plástica americana. En un detalle de los frescos de Bonampak (785 después de
Cristo) se ve a un prisionero desmayado sobre una escalinata en uno de los
escorzos más logrados de la pintura antigua. Es digno de mención el hecho de
que pasarían unos siglos hasta que las culturas de América tuvieran contacto
con las europeas y, por tanto, se desarrollaron sin ninguna influencia
extracontinental.
Pintura medieval
El arte de la edad media —que se desarrolló fuera del
imperio bizantino y dentro de lo que eran las fronteras del norte del mundo
romano— puede clasificarse según sus rasgos estilísticos distintivos. El arte
celta, que floreció entre los siglos VII y XIX en los monasterios de diferentes
zonas de las islas Británicas, se basaba sobre todo en intrincados dibujos
caligráficos. Se realizaron manuscritos miniados muy decorados, como los
Evangelios de Lindisfarne (c. 698-721, Museo Británico, Londres), con
elaborados motivos lineales, planos, en los que se combinan elementos celtas y
germánicos. En el periodo románico, durante los siglos XI y XII, los manuscritos
del norte de Europa no denotaban ningún estilo concreto; algunas iluminaciones
eran de inspiración clásica, mientras que otras señalaban un nuevo estilo de
dibujo, enérgico y muy acusado. En el periodo gótico que siguió, desde fin del
siglo XII hasta el comienzo del renacimiento italiano, se introdujo un gran
repertorio de medios técnicos, y la pintura dejó de ser un producto de
monasterio.
Pintura gótica
Durante el principio del periodo gótico, la estructura de
las catedrales concedía mayor importancia a las ventanas, por lo que las
vidrieras desempeñaron un papel más prominente en el arte que los manuscritos
miniados. Los artistas laicos instalaron sus talleres en París y en otros
centros importantes, produciendo elaborados manuscritos miniados para los
clientes reales. Hasta nosotros han llegado pinturas de temas seglares
realizadas en aquel periodo, sobre todo en Italia. En el Palazzo Pubblico de
Siena, Ambrogio Lorenzetti pintó unos frescos, entre 1338 y 1339, que
representan la vida ciudadana y campesina del siglo XIV, y en la sala del
consejo del ayuntamiento, se conserva un retrato ecuestre, pintado por Simone
Martini, en el que aparece un héroe militar local, con su campamento como telón
de fondo. Véase Arte y arquitectura góticas.
Estilo gótico internacional
La fusión de las tradiciones artísticas del norte de Europa
y de Italia que tuvieron lugar a principios del siglo XV, se conoce como estilo
gótico internacional. Entre las muchas características que definen la pintura
de este estilo, se encuentra el detalle realista, que denota una perspicaz
observación de los seres humanos y de la naturaleza, por parte del pintor. A
principios de la década de 1400, los hermanos Limbourg se trasladaron de
Flandes a Francia; allí, por encargo de Jean de France, duque de Berry, crearon
el magnífico libro de horas Tregraves riches heures du duc de Berry (1413-1416,
Musée Condé, Chantilly, Francia). Es una de las obras más importantes del
estilo gótico internacional y sus páginas de calendario retratan la vida
campesina y la de la nobleza; constituye un brillante documento sobre el
vestido, actividades y arquitectura de la época. Aunque se trata de
ilustraciones a toda página, reflejan un estilo medieval anterior, en el hecho
de que las figuras son pequeñas y tienen que compartir la atención del lector
con otras imágenes.
Giotto
Por contraste, unos cien años antes que los hermanos
Limbourg, el pintor italiano Giotto había conferido a la figura humana un
tamaño y dignidad monumentales, haciéndola protagonista de la historia. Con su
obra revolucionó la pintura italiana y sus descubrimientos, junto con los de
otros artistas, terminaron por afectar a la pintura en el norte. En la Capilla
de la Arena, en Padua, se conservan los soberbios frescos pintados por Giotto,
entre 1305 y 1306, sobre las vidas de Jesús y de la Virgen. El artista pintó
también retablos de madera de gran formato, como otros muchos pintores del fin
de la etapa medieval.
Pintura renacentista
El término renacimiento describe la revolución cultural de
los siglos XV y XVI originada en Italia por el despertar del interés hacia la
cultura clásica y por una fuerte confianza en el individualismo. Véase Arte y
arquitectura renacentistas. Se seguía rindiendo culto a los logros de la
antigüedad, pero al mismo tiempo se producía una reactivación intelectual y
cultural. Por ejemplo, hacia 1427, Masaccio —uno de los grandes innovadores del
periodo— realizó, en la capilla Brancacci de la iglesia de Santa Maria del
Carmine, en Florencia, una notable serie de frescos que revelan su atenta
observación del comportamiento humano, al tiempo que demuestran su conocimiento
del arte antiguo. En la Expulsión del paraíso, su Adán y Eva están realmente
avergonzados; la postura de Eva, intentando cubrirse el cuerpo con los brazos,
está basada en una actitud característica de la escultura clásica, conocida
como la Venus Púdica.
Las iglesias y edificios seglares de Italia y los museos de
todo el mundo ofrecen una gran recopilación de la pintura renacentista
italiana.
Pintura renacentista temprana
El desarrollo de los principios de la perspectiva lineal,
llevado a cabo por varios arquitectos y escultores a principios del siglo XV,
permitió a los pintores conseguir, por medio de la representación
bidimensional, la ilusión del espacio tridimensional. Muchos de los artistas
del primer renacimiento —como Paolo Uccello, Piero Della Francesca y Andrea
Mantegna— se valieron del empleo dramático de la perspectiva y del escorzo en
su dibujo para producir la ilusión de la prolongación de un objeto o figura en
el espacio. La exploración de la anatomía condujo a un mayor entendimiento de
la representación de la forma humana. También se empezaba a utilizar la pintura
al óleo, desafiando a la antigua supremacía del temple y del fresco. Los
pintores que explotaban el potencial de la nueva técnica trabajaban
superponiendo estratos de veladuras de óleo transparentes y los lienzos
sustituyeron a las antiguas tablas. Algo más tarde, otros artistas, sobre todo
los que trabajaban en Venecia —especialmente Domenico Veneziano, Giovanni
Bellini y Giorgione— destacaron por los tonos cálidos de sus óleos.
Pintura del alto renacimiento
Los maestros del alto renacimiento fueron Leonardo da Vinci,
Rafael, Miguel Ángel y Tiziano. Paradójicamente, Leonardo sólo dejó un puñado
de obras, pues dedicó la mayor parte de su tiempo a la observación científica
de los fenómenos y a los inventos técnicos. Realizaba continuos experimentos
con pigmentos oleosos sobre yeso seco, y a ello se debe el deterioro de los
murales que han llegado hasta nuestros días —como es el caso de La última cena
(1495-1497, Santa Maria delle Grazie, Milán)—. Rafael perfeccionó los
anteriores descubrimientos renacentistas en materia de color y de composición,
creando tipos ideales en sus representaciones de la Virgen y del Niño y en sus
estudios de retratos de sus coetáneos. La Capilla Sixtina del Vaticano, en
Roma, con sus frescos de la Creación y la Expulsión en la bóveda (1508-1512) y
el gran mural del Juicio Final (1536-1541), dan fe del genio pictórico de
Miguel ángel. Un estilo de pintura colorista alcanzó su clímax en Venecia con
las obras de Tiziano, cuyos retratos denotan un profundo conocimiento de la
naturaleza humana. Entre sus obras maestras se incluyen también
representaciones de temas cristianos y mitológicos, así como numerosos desnudos
femeninos, famosos en su género.
Manierismo
Hacia 1520, surgió en Italia un estilo sofisticado y
artificioso, muy intelectual, conocido como manierismo. Se confería más
importancia a la complejidad y a la distorsión que a la armonía de las líneas,
al color o a la composición; en el manierismo, hasta las pinturas religiosas
resultaban inquietantes para el espectador. Entre los pintores de este estilo
destacan Pontormo, Rosso Fiorentino, Parmigianino, Tintoretto y Bronzino. El
más conocido de los manieristas tardíos es El Greco, que aunque formado en
Italia, se estableció en España. Su manera, intensamente emocional, de abordar
sus temas, confería un fuerte sentido apocalíptico a sus obras, hasta a los
paisajes, como por ejemplo su Vista de Toledo (c. 1600-1610, Metropolitan
Museum of Art, Nueva York).
Pintura renacentista del norte de Europa
La influencia del renacimiento italiano alcanzó el norte de
Europa a principios del siglo XV, pero esta renovación de la actividad
artística y cultural no se basaba en la antiguuml;edad clásica, sino que estaba
más bien marcada por un gran interés hacia los seres humanos y su entorno y a
la meticulosa representación pictórica de los detalles naturales. Hablando en
general, el interés por el arte antiguo y el conocimiento de la perspectiva
lineal no se desarrollaron en el norte hasta el siglo XVI e, incluso entonces,
no todos los artistas sacaban provecho de los descubrimientos hechos en Italia.
Uno de los pintores holandeses más importantes del siglo XV
fue Jan van Eyck que, con la colaboración de su hermano Hubert, pintó el
políptico del Retablo de Gante (terminado en 1432, Iglesia de San Bavón, Gante,
Bélgica). En sus 24 paneles hay cientos de figuras, con una gran variedad de
vegetación tan fielmente representada que se pueden identificar más de treinta
especies de plantas. Entre los artistas flamencos de la época destacan Rogier
van der Weyden, cuyas pinturas religiosas se centran en el drama emocional;
Hans Memling, creador de figuras delicadas y llenas de gracia sobre fondos
etéreos; y Hugo van der Goes, que, por encargo de la familia Portinari, pintó
un soberbio retablo (c. 1476, Uffizi, Florencia) con gran riqueza de detalles.
Todos estos artistas se caracterizaban por el uso de símbolos, o iconografía.
El significado de los objetos no estaba en sí mismos sino que transmitían ideas
abstractas; por ejemplo, una vasija de cristal simbolizaba pureza. En la Europa
nórdica de entonces se entendía poco la perspectiva lineal; sin embargo, los
logros de la pintura flamenca y holandesa en las técnicas del temple y del óleo
no han sido superados.
"El martirio", Jean Fouquet
El pintor francés más importante de la época fue Jean
Fouquet, notable retratista y miniaturista, cuya obra denota la influencia
tanto del anterior arte flamenco como de la pintura italiana contemporánea. La
visita que realizó a Italia en la década de 1440 queda patente en la
representación de una iglesia renacentista italiana en el fondo de uno de los
cuerpos (c. 1450) de la obra devocional conocida como Díptico de Melun. Una de
las tablas se encuentra en los Staatliche Museen de Berlín y la otra en los Musées
Royaux des Beaux-Arts de Amberes, Bélgica.
A principios de la década de 1500 surgieron obras maestras
de pintores más interesados en el valor expresivo de sus temas que en la
perspectiva, la anatomía y las proporciones correctas. Buen ejemplo de ello es
el tríptico del Jardín de las delicias (c. 1500, Museo del Prado, Madrid), del
pintor holandés El Bosco; se trata de un conglomerado surrealista de formas
humanas y animales, sensualmente sugestivas, y de extrañas plantas. Otro
ejemplo de la exageración de la forma humana, característica del norte en el
siglo XVI, es el Retablo de Isenheim (1512-c. 1515, Unterlinden Museum, Colmar,
Francia), obra conmovedora del pintor alemán Matthias Grünewald. Por contraste,
otro artista alemán Alberto Durero, el auténtico genio renacentista del norte,
es conocido por su soberbia manera de representar la figura humana. Durero era
un humanista cristiano, cuya curiosidad científica era comparable a la de
Leonardo, y se inspiraba en el filósofo holandés Erasmo de Rotterdam y en
Martin Lutero, como queda patente en el grabado El caballero, la muerte y el
diablo (1513) y en los cuadros gemelos de los Cuatro apóstoles (c. 1526, Alte
Pinakothek, Munich), obras en las que demuestra sus notables cualidades como
dibujante. Otro conocido artista, alemán de nacimiento, fue Hans Holbein el
Joven, recordado sobre todo por sus retratos, entre los que destacan el de
Enrique VIII y el de Tomás Moro.
Entre los pintores holandeses del siglo XVI sobresale Pieter
Brueghel el Viejo, con sus notables escenas de la vida campesina, muchas de las
cuales son comentarios satíricos sobre la locura humana. Las atractivas obras
de Brueghel sobre mitos, parábolas y proverbios eran tan apreciadas en el siglo
XVI como lo siguen siendo en la actualidad.
Pintura barroca
El arte barroco del siglo XVII se caracteriza por su aspecto
dinámico, en contraste con el estilo clásico, relativamente estático, del
renacimiento. Esta tendencia se distingue por las líneas compositivas
diagonales, que proporcionan el sentido del movimiento, y por el empleo de un
marcado claroscuro. Con ambas técnicas se consiguió un estilo dramático,
grandioso, apropiado al espíritu fundamental de la contrarreforma. Muchos
pintores de principios del siglo XVII empezaron también a desviarse de la
artificialidad del manierismo en un intento por volver a un reflejo más exacto
del mundo natural.
Pintura rococó
El arte rococó, que floreció en Francia y en Alemania a
principios del siglo XVIII, era en muchos aspectos una continuación del barroco,
sobre todo en lo concerniente al uso de la luz y de la sombra y al movimiento
compositivo.
Sin embargo, el rococó es un estilo más ligero y festivo,
muy adecuado para la decoración de las residencias parisinas. Entre los
pintores rococó destaca Jean Antoine Watteau, conocido por sus pinturas etéreas
de enamorados elegantemente vestidos, solazándose en las fetes galantes
(reuniones al aire libre, que estaban de moda); estas fantasías bucólicas
fueron muy emuladas por otros artistas franceses.
También eran muy populares las escenas mitológicas y
pastorales, en las que aparecían mujeres desenfadadas y distinguidas,
realizadas por Francois Boucher y Jean-Honoré Fragonard.
Por su parte, J. B. S. Cardín, también destacado como pintor
de bodegones, confería a las mujeres el papel de madre y de ama de casa en sus
escenas de género. Como ejemplo del estilo rococó en Alemania está la obra del
pintor italiano Giovanni Battista Tiepolo, que pasó algún tiempo en Como
parangón a la tradición rococó del continente, se encuentran las obras de tres
destacados artistas ingleses del siglo XVIII. WilliamPintura egipcia
Hace más de 5.000 años los artistas egipcios empezaron a
pintar los muros de las tumbas de los faraones con representaciones mitológicas
y escenas de las actividades cotidianas, como la caza, la pesca, la agricultura
o la celebración de banquetes. Igual que en la escultura egipcia, prevalecen
dos constantes estilísticas. En primer lugar, las imágenes, más conceptuales
que realistas, presentan los rasgos anatómicos más característicos, combinando
las vistas frontales y de perfil de la misma figura; en segundo lugar, la
escala de las figuras indica la importancia de las mismas, y así el faraón
aparece más alto que su consorte, hijos o cortesanos.
Pintura minoica
Los minoicos decoraron con pinturas realistas, de gran
viveza, las paredes de sus palacios en Creta y también la cerámica. Por
ejemplo, el famoso fresco del salto del toro (1500 antes de Cristo, Museo
Heraklion, Creta) recrea un juego ritual entre personas y un toro. La vida del
mar era un tema frecuente, como en el fresco del delfín (c. 1500 antes de
Cristo), que se encuentra en las paredes del palacio del rey Minos en Knossos,
o en el jarrón del pulpo (c. 1500 antes de Cristo, Heraklion Museum), una vasija
globular sobre cuya superficie ondulan los tentáculos de un pulpo, que definen
y realzan su forma.
Pintura griega
Con excepción de algunos fragmentos, no hay vestigios de los
murales griegos. Sin embargo, las representaciones naturalistas de escenas
mitológicas en la cerámica griega pueden arrojar alguna luz sobre cómo era esa
pintura de gran formato. En la era helenística, las escenas y motivos
representados en los mosaicos son también probablemente el eco de pinturas
monumentales realizadas con otras técnicas que no han llegado hasta nosotros.
Pintura romana
Los romanos decoraban sus villas con suelos de mosaicos y
exquisitos frescos representando rituales, mitos, paisajes, naturalezas muertas
o bodegones, y escenas cotidianas. Los artistas romanos conseguían crear la
ilusión de realidad, utilizando la técnica conocida como perspectiva aérea,
mediante la que se representan de forma más borrosa los colores y contornos de
los objetos más distantes para conseguir efectos espaciales. En las excavaciones
realizadas en las ciudades de Pompeya y Herculano, que quedaron enterradas por
la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, se ha recuperado una
recopilación de pintura romana, tanto civil como religiosa.
Pintura paleocristiana y bizantina
Las muestras de pintura paleocristiana que han llegado hasta
nosotros datan de los siglos III y IV y son los frescos de las catacumbas, en
los que se representan escenas del Nuevo Testamento, cuya característica son
ciertas estilizaciones y convencionalismos artísticos procedentes del mundo
clásico. Por ejemplo, Jesús aparecía como el Buen Pastor, con una figura
adoptada de las representaciones del dios griego Hermes; para simbolizar la
resurrección se representaba la historia de Jonás liberado de la ballena, según
el Antiguo Testamento.
Entre las obras más extraordinarias de este periodo
paleocristiano se encuentran los mosaicos, del siglo VI, de las iglesias de
Rávena, Italia, destacando los de San Vitale en los que están representados
temas tanto espirituales como profanos. Las figuras estilizadas y alargadas que
decoran las paredes de la iglesia, vistas casi de frente, miran al espectador
con los ojos muy abiertos y parecen flotar ingrávidas y atemporales.
Esta presentación poco terrenal pasó a ser característica
del arte bizantino y el estilo quedó vinculado a la corte imperial cristiana de
Constantinopla, que perduró del año 330 al 1453. El estilo bizantino aparece
también en los iconos, pinturas convencionales sobre tabla, destinadas al
culto, que representan a Jesucristo, la Virgen y los santos. En los manuscritos
miniados, tanto de textos laicos —los textos de Virgilio (siglo IV o principios
del V, Biblioteca Vaticana, Roma)—, como de escritos cristianos —el Salterio de
París (siglo X, Biblioteca Nacional, París)—, se aprecian vestigios del estilo
grecorromano.
Pintura prehispánica en América
Las pinturas murales de Teotihuacán y las poblaciones
vecinas de Tetitla y Tepentitla expresan la visión de la creación del universo
según los antiguos mesoamericanos que poblaron esa zona situada en el norte y
el centro de América, entre los siglos II antes de Cristo y VII después de
Cristo La descripción del viaje que emprende el alma a través de lo que en
conceptos cristianos se llamaría cielo e infierno refleja la inquietud respecto
a la trascendencia del ser humano que no se conforma con su existencia
terrenal. Alegorías de lo más preciado como el agua, la sangre, la vida, la
serenidad, están reflejadas en los frescos dedicados a Tláloc, deidad de la
lluvia, y al paraíso que ofrece cada vez que se prodiga.
Además de los códices, o escenas de la vida y la historia
prehispánicas plasmadas en libros pintados, sobresalen las pinturas murales de
Cacaxtla, en Tlaxcala, y de Bonampak, en Yucatán (México). En ellas quedaron
plasmadas vivas escenas bélicas y ceremoniales donde resalta el dramatismo del
dolor y el orgullo del triunfo. El uso de los colores —como el fondo azul
característico maya— y del detalle, en los innumerables giros y atributos de
las vestimentas de los personajes que lucen excelsos penachos, armamentos,
joyería, calzados, máscaras, sientan las bases de un pilar fundamental de la
plástica americana. En un detalle de los frescos de Bonampak (785 después de
Cristo) se ve a un prisionero desmayado sobre una escalinata en uno de los
escorzos más logrados de la pintura antigua. Es digno de mención el hecho de
que pasarían unos siglos hasta que las culturas de América tuvieran contacto
con las europeas y, por tanto, se desarrollaron sin ninguna influencia extracontinental.
Pintura medieval
El arte de la edad media —que se desarrolló fuera del
imperio bizantino y dentro de lo que eran las fronteras del norte del mundo
romano— puede clasificarse según sus rasgos estilísticos distintivos. El arte
celta, que floreció entre los siglos VII y XIX en los monasterios de diferentes
zonas de las islas Británicas, se basaba sobre todo en intrincados dibujos
caligráficos. Se realizaron manuscritos miniados muy decorados, como los
Evangelios de Lindisfarne (c. 698-721, Museo Británico, Londres), con elaborados
motivos lineales, planos, en los que se combinan elementos celtas y germánicos.
En el periodo románico, durante los siglos XI y XII, los manuscritos del norte
de Europa no denotaban ningún estilo concreto; algunas iluminaciones eran de
inspiración clásica, mientras que otras señalaban un nuevo estilo de dibujo,
enérgico y muy acusado. En el periodo gótico que siguió, desde fin del siglo
XII hasta el comienzo del renacimiento italiano, se introdujo un gran
repertorio de medios técnicos, y la pintura dejó de ser un producto de
monasterio.
Pintura gótica
Durante el principio del periodo gótico, la estructura de
las catedrales concedía mayor importancia a las ventanas, por lo que las
vidrieras desempeñaron un papel más prominente en el arte que los manuscritos
miniados. Los artistas laicos instalaron sus talleres en París y en otros
centros importantes, produciendo elaborados manuscritos miniados para los
clientes reales. Hasta nosotros han llegado pinturas de temas seglares
realizadas en aquel periodo, sobre todo en Italia. En el Palazzo Pubblico de
Siena, Ambrogio Lorenzetti pintó unos frescos, entre 1338 y 1339, que
representan la vida ciudadana y campesina del siglo XIV, y en la sala del
consejo del ayuntamiento, se conserva un retrato ecuestre, pintado por Simone
Martini, en el que aparece un héroe militar local, con su campamento como telón
de fondo. Véase Arte y arquitectura góticas.
Estilo gótico internacional
La fusión de las tradiciones artísticas del norte de Europa
y de Italia que tuvieron lugar a principios del siglo XV, se conoce como estilo
gótico internacional. Entre las muchas características que definen la pintura
de este estilo, se encuentra el detalle realista, que denota una perspicaz
observación de los seres humanos y de la naturaleza, por parte del pintor. A
principios de la década de 1400, los hermanos Limbourg se trasladaron de
Flandes a Francia; allí, por encargo de Jean de France, duque de Berry, crearon
el magnífico libro de horas Tregraves riches heures du duc de Berry (1413-1416,
Musée Condé, Chantilly, Francia). Es una de las obras más importantes del
estilo gótico internacional y sus páginas de calendario retratan la vida
campesina y la de la nobleza; constituye un brillante documento sobre el
vestido, actividades y arquitectura de la época. Aunque se trata de
ilustraciones a toda página, reflejan un estilo medieval anterior, en el hecho
de que las figuras son pequeñas y tienen que compartir la atención del lector
con otras imágenes.
Giotto
Por contraste, unos cien años antes que los hermanos
Limbourg, el pintor italiano Giotto había conferido a la figura humana un
tamaño y dignidad monumentales, haciéndola protagonista de la historia. Con su
obra revolucionó la pintura italiana y sus descubrimientos, junto con los de
otros artistas, terminaron por afectar a la pintura en el norte. En la Capilla
de la Arena, en Padua, se conservan los soberbios frescos pintados por Giotto,
entre 1305 y 1306, sobre las vidas de Jesús y de la Virgen. El artista pintó
también retablos de madera de gran formato, como otros muchos pintores del fin
de la etapa medieval.
Pintura renacentista
El término renacimiento describe la revolución cultural de
los siglos XV y XVI originada en Italia por el despertar del interés hacia la
cultura clásica y por una fuerte confianza en el individualismo. Véase Arte y
arquitectura renacentistas. Se seguía rindiendo culto a los logros de la
antigüedad, pero al mismo tiempo se producía una reactivación intelectual y
cultural. Por ejemplo, hacia 1427, Masaccio —uno de los grandes innovadores del
periodo— realizó, en la capilla Brancacci de la iglesia de Santa Maria del
Carmine, en Florencia, una notable serie de frescos que revelan su atenta
observación del comportamiento humano, al tiempo que demuestran su conocimiento
del arte antiguo. En la Expulsión del paraíso, su Adán y Eva están realmente
avergonzados; la postura de Eva, intentando cubrirse el cuerpo con los brazos,
está basada en una actitud característica de la escultura clásica, conocida
como la Venus Púdica.
Las iglesias y edificios seglares de Italia y los museos de
todo el mundo ofrecen una gran recopilación de la pintura renacentista
italiana.
Pintura renacentista temprana
El desarrollo de los principios de la perspectiva lineal,
llevado a cabo por varios arquitectos y escultores a principios del siglo XV,
permitió a los pintores conseguir, por medio de la representación
bidimensional, la ilusión del espacio tridimensional. Muchos de los artistas
del primer renacimiento —como Paolo Uccello, Piero Della Francesca y Andrea
Mantegna— se valieron del empleo dramático de la perspectiva y del escorzo en
su dibujo para producir la ilusión de la prolongación de un objeto o figura en el
espacio. La exploración de la anatomía condujo a un mayor entendimiento de la
representación de la forma humana. También se empezaba a utilizar la pintura al
óleo, desafiando a la antigua supremacía del temple y del fresco. Los pintores
que explotaban el potencial de la nueva técnica trabajaban superponiendo
estratos de veladuras de óleo transparentes y los lienzos sustituyeron a las
antiguas tablas. Algo más tarde, otros artistas, sobre todo los que trabajaban
en Venecia —especialmente Domenico Veneziano, Giovanni Bellini y Giorgione—
destacaron por los tonos cálidos de sus óleos.
Pintura del alto renacimiento
Los maestros del alto renacimiento fueron Leonardo da Vinci,
Rafael, Miguel Ángel y Tiziano. Paradójicamente, Leonardo sólo dejó un puñado
de obras, pues dedicó la mayor parte de su tiempo a la observación científica
de los fenómenos y a los inventos técnicos. Realizaba continuos experimentos
con pigmentos oleosos sobre yeso seco, y a ello se debe el deterioro de los
murales que han llegado hasta nuestros días —como es el caso de La última cena
(1495-1497, Santa Maria delle Grazie, Milán)—. Rafael perfeccionó los
anteriores descubrimientos renacentistas en materia de color y de composición,
creando tipos ideales en sus representaciones de la Virgen y del Niño y en sus
estudios de retratos de sus coetáneos. La Capilla Sixtina del Vaticano, en
Roma, con sus frescos de la Creación y la Expulsión en la bóveda (1508-1512) y
el gran mural del Juicio Final (1536-1541), dan fe del genio pictórico de Miguel
ángel. Un estilo de pintura colorista alcanzó su clímax en Venecia con las
obras de Tiziano, cuyos retratos denotan un profundo conocimiento de la
naturaleza humana. Entre sus obras maestras se incluyen también
representaciones de temas cristianos y mitológicos, así como numerosos desnudos
femeninos, famosos en su género.
Manierismo
Hacia 1520, surgió en Italia un estilo sofisticado y
artificioso, muy intelectual, conocido como manierismo. Se confería más
importancia a la complejidad y a la distorsión que a la armonía de las líneas,
al color o a la composición; en el manierismo, hasta las pinturas religiosas
resultaban inquietantes para el espectador. Entre los pintores de este estilo
destacan Pontormo, Rosso Fiorentino, Parmigianino, Tintoretto y Bronzino. El
más conocido de los manieristas tardíos es El Greco, que aunque formado en
Italia, se estableció en España. Su manera, intensamente emocional, de abordar
sus temas, confería un fuerte sentido apocalíptico a sus obras, hasta a los
paisajes, como por ejemplo su Vista de Toledo (c. 1600-1610, Metropolitan
Museum of Art, Nueva York).
Pintura renacentista del norte de Europa
La influencia del renacimiento italiano alcanzó el norte de
Europa a principios del siglo XV, pero esta renovación de la actividad artística
y cultural no se basaba en la antiguuml;edad clásica, sino que estaba más bien
marcada por un gran interés hacia los seres humanos y su entorno y a la
meticulosa representación pictórica de los detalles naturales. Hablando en
general, el interés por el arte antiguo y el conocimiento de la perspectiva
lineal no se desarrollaron en el norte hasta el siglo XVI e, incluso entonces,
no todos los artistas sacaban provecho de los descubrimientos hechos en Italia.
Uno de los pintores holandeses más importantes del siglo XV
fue Jan van Eyck que, con la colaboración de su hermano Hubert, pintó el
políptico del Retablo de Gante (terminado en 1432, Iglesia de San Bavón, Gante,
Bélgica). En sus 24 paneles hay cientos de figuras, con una gran variedad de
vegetación tan fielmente representada que se pueden identificar más de treinta
especies de plantas. Entre los artistas flamencos de la época destacan Rogier
van der Weyden, cuyas pinturas religiosas se centran en el drama emocional;
Hans Memling, creador de figuras delicadas y llenas de gracia sobre fondos
etéreos; y Hugo van der Goes, que, por encargo de la familia Portinari, pintó
un soberbio retablo (c. 1476, Uffizi, Florencia) con gran riqueza de detalles.
Todos estos artistas se caracterizaban por el uso de símbolos, o iconografía.
El significado de los objetos no estaba en sí mismos sino que transmitían ideas
abstractas; por ejemplo, una vasija de cristal simbolizaba pureza. En la Europa
nórdica de entonces se entendía poco la perspectiva lineal; sin embargo, los logros
de la pintura flamenca y holandesa en las técnicas del temple y del óleo no han
sido superados.
"El martirio", Jean Foque
El pintor francés más importante de la época fue Jean
Fouquet, notable retratista y miniaturista, cuya obra denota la influencia
tanto del anterior arte flamenco como de la pintura italiana contemporánea. La
visita que realizó a Italia en la década de 1440 queda patente en la
representación de una iglesia renacentista italiana en el fondo de uno de los
cuerpos (c. 1450) de la obra devocional conocida como Díptico de Melun. Una de
las tablas se encuentra en los Staatliche Museen de Berlín y la otra en los
Musées Royaux des Beaux-Arts de Amberes, Bélgica.
A principios de la década de 1500 surgieron obras maestras
de pintores más interesados en el valor expresivo de sus temas que en la
perspectiva, la anatomía y las proporciones correctas. Buen ejemplo de ello es
el tríptico del Jardín de las delicias (c. 1500, Museo del Prado, Madrid), del
pintor holandés El Bosco; se trata de un conglomerado surrealista de formas
humanas y animales, sensualmente sugestivas, y de extrañas plantas. Otro
ejemplo de la exageración de la forma humana, característica del norte en el
siglo XVI, es el Retablo de Isenheim (1512-c. 1515, Unterlinden Museum, Colmar,
Francia), obra conmovedora del pintor alemán Matthias Grünewald. Por contraste,
otro artista alemán Alberto Durero, el auténtico genio renacentista del norte,
es conocido por su soberbia manera de representar la figura humana. Durero era
un humanista cristiano, cuya curiosidad científica era comparable a la de
Leonardo, y se inspiraba en el filósofo holandés Erasmo de Rotterdam y en
Martin Lutero, como queda patente en el grabado El caballero, la muerte y el
diablo (1513) y en los cuadros gemelos de los Cuatro apóstoles (c. 1526, Alte
Pinakothek, Munich), obras en las que demuestra sus notables cualidades como
dibujante. Otro conocido artista, alemán de nacimiento, fue Hans Holbein el
Joven, recordado sobre todo por sus retratos, entre los que destacan el de
Enrique VIII y el de Tomás Moro.
Entre los pintores holandeses del siglo XVI sobresale Pieter
Brueghel el Viejo, con sus notables escenas de la vida campesina, muchas de las
cuales son comentarios satíricos sobre la locura humana. Las atractivas obras
de Brueghel sobre mitos, parábolas y proverbios eran tan apreciadas en el siglo
XVI como lo siguen siendo en la actualidad.
Pintura barroca
El arte barroco del siglo XVII se caracteriza por su aspecto
dinámico, en contraste con el estilo clásico, relativamente estático, del
renacimiento. Esta tendencia se distingue por las líneas compositivas
diagonales, que proporcionan el sentido del movimiento, y por el empleo de un
marcado claroscuro. Con ambas técnicas se consiguió un estilo dramático,
grandioso, apropiado al espíritu fundamental de la contrarreforma. Muchos
pintores de principios del siglo XVII empezaron también a desviarse de la
artificialidad del manierismo en un intento por volver a un reflejo más exacto
del mundo natural.
Pintura rococó
El arte rococó, que floreció en Francia y en Alemania a
principios del siglo XVIII, era en muchos aspectos una continuación del
barroco, sobre todo en lo concerniente al uso de la luz y de la sombra y al
movimiento compositivo.
Sin embargo, el rococó es un estilo más ligero y festivo,
muy adecuado para la decoración de las residencias parisinas. Entre los
pintores rococó destaca Jean Antoine Watteau, conocido por sus pinturas etéreas
de enamorados elegantemente vestidos, solazándose en las fetes galantes (reuniones
al aire libre, que estaban de moda); estas fantasías bucólicas fueron muy
emuladas por otros artistas franceses.
También eran muy populares las escenas mitológicas y
pastorales, en las que aparecían mujeres desenfadadas y distinguidas,
realizadas por Francois Boucher y Jean-Honoré Fragonard.
Por su parte, J. B. S. Chardin, también destacado como
pintor de bodegones, confería a las mujeres el papel de madre y de ama de casa
en sus escenas de género. Como ejemplo del estilo rococó en Alemania está la
obra del pintor italiano Giovanni Battista Tiepolo, que pasó algún tiempo en
Wurzburgo; los techos de la sala de la escalera y del salón de recepciones del
palacio episcopal de Wurzburgo están decorados con sus frescos de gran
ilusionismo.
Como parangón a la tradición rococó del continente, se
encuentran las obras de tres destacados artistas ingleses del siglo XVIII.
William Hogarth era conocido por sus cuadros y grabados de tono moralizante, en
los que satirizaba los disparates sociales de su época, como en su famosa serie
(primero pintada y después grabada) Mariage agrave; la mode (1745), en la que
relata la ruinosa trayectoria de los matrimonios de conveniencia.
Thomas Gainsborough y Sir Joshua Reynolds, siguiendo la
tradición establecida por van Dyck, se centraron en retratar a la aristocracia
inglesa. El vigor y la gracia de estos retratos, y su penetrante interpretación
psicológica, los elevan del simple retrato social a un incomparable registro de
las modas y costumbres de las clases adineradas de la época.
Pintura neoclásica
En la segunda mitad del siglo XVIII la pintura experimentó
una revolución, cuando el casto neoclasicismo vino a sustituir al exuberante
estilo rococó. Este resurgimiento clásico en las artes se debió a diferentes
acontecimientos. En primer lugar, a mediados del siglo XVIII, se iniciaron
muchas excavaciones arqueológicas en Italia y en Grecia y se publicaron libros
con dibujos de antiguas construcciones que los arquitectos ingleses y franceses
copiaron con avidez. En segundo lugar, en 1755, el historiador del arte alemán
Johann Joachim Winckelmann publicó su ensayo Pensamientos sobre la imitación de
las obras griegas en la pintura y la escultura, ensalzando la escultura griega.
Esta obra, que ejerció gran influencia sobre los artistas, impresionó sobre
todo a cuatro pintores extranjeros residentes en Roma: el escocés Gavin
Hamilton, el alemán Anton Raphael Mengs, la suiza Angelika Kauffmann y el
estadounidense Benjamin West, que se inspiraron en ella para crear cuadros
basados en la literatura clásica. era conocido por sus cuadros y grabados de
tono moralizante, en los que satirizaba los disparates sociales de su época,
como en su famosa serie (primero pintada y después grabada) Mariage agrave; la
mode (1745), en la que relata la ruinosa trayectoria de los matrimonios de
conveniencia.
Thomas Gainsborough y Sir Joshua Reynolds, siguiendo la
tradición establecida por van Dyck, se centraron en retratar a la aristocracia
inglesa. El vigor y la gracia de estos retratos, y su penetrante interpretación
psicológica, los elevan del simple retrato social a un incomparable registro de
las modas y costumbres de las clases adineradas de la época.
Pintura neoclásica
En la segunda mitad del siglo XVIII la pintura experimentó
una revolución, cuando el casto neoclasicismo vino a sustituir al exuberante
estilo rococó. Este resurgimiento clásico en las artes se debió a diferentes
acontecimientos. En primer lugar, a mediados del siglo XVIII, se iniciaron
muchas excavaciones arqueológicas en Italia y en Grecia y se publicaron libros
con dibujos de antiguas construcciones que los arquitectos ingleses y franceses
copiaron con avidez. En segundo lugar, en 1755, el historiador del arte alemán
Johann Joachim Winckelmann publicó su ensayo Pensamientos sobre la imitación de
las obras griegas en la pintura y la escultura, ensalzando la escultura griega.
Esta obra, que ejerció gran influencia sobre los artistas, impresionó sobre
todo a cuatro pintores extranjeros residentes en Roma: el escocés Gavin
Hamilton, el alemán Anton Raphael Mengs, la suiza Angelika Kauffmann y el
estadounidense Benjamin West, que se inspiraron en ella para crear cuadros
basados en la literatura clásica
Formula de
Pintura
Superficie
= 3,1416 x d x h + 1,5708 x d x d
h = altura
•Chapa corrugada:
/-------\ /-------
______/a \____/b1
b2
b1 +b2
A = h x l x
--------------------
(b1 x Cos
a)+b2
b1 +b2
A = h
x l x -------------------- Si a = 30o
(0,87 x b1)+b2
b1 +b2
A = h
x l x -------------------- Si a = 60o
(0,5 x b1)/b2
b1 +b2
A = h
x l x -------------------- Si a = 90o
b2
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